Tras años de búsqueda ininterrumpida, por fin encontré el cofre. Dentro de él había joyas, perlas, monedas de oro... Estaba saltando de alegría, pero... tenía que esperar a que un barco pasara por la isla. Estuve esperando dos días, hasta que un barco enorme pasó alrededor de la isla. Yo grité, y grité, y grité... hasta que el conductor del barco me escuchó. Se acercó a la isla, me dijo que me montara a bordo y me monté. Estuve hablando con el conductor del barco un buen rato. Me dijo que el barco era un crucero con destino a Venecia y a Roma. A mí, me dejó en Barcelona, mi hogar. Yo le dí mil gracias al conductor, que por cierto se llamaba Ramón. Estuve diez minutos andando por las calles de Barcelona hasta que encontré mi querida casa. Llamé al portero, me abrieron y abracé fuerte a mi familia.
Esto es todo. Espero que os haya gustado, hasta la próxima.
¡Toda una aventura!
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